miércoles, 14 de agosto de 2013

El horno - Joaquin Gomez Bas

Portada del libro 35 cuentos breves argentinos cuento el horno
Joaquín Gómez Bas: escritor clave de la literatura argentina, nacido en Oviedo (España) en 1907. También fue pintor y guionista de cine. Integró la Academia Porteña del Lunfardo, fundó la revista Saeta y fue corrector, secretario de redacción y director de la editorial Atlántida. Entre sus libros más conocidos figuran las novelas Barrio gris y La comparsa. Murió en Buenos Aires en 1984.
El microcuento "El horno" aparece en el libro 35 cuentos breves argentinos (selección por Fernando Sorrentino), Ed. Plus Ultra.


El horno


Era un invierno criminalmente frío. La idea se le ocurrió al abrir la tapa del horno y sentirse envuelto en una ola de aire caliente, achicharrante. Sería un verdadero negocio envasarlo y venderlo.
Lo puso en práctica en seguida. Salió a la calle con un carrito de mano y casa por casa fue adquiriendo a precios de pichincha centenares de botellas vacías. Ya en su casa, encendió el gas del horno y aguardó a que se elevara la temperatura interior. Cuando consideró logrado el punto conveniente, abrió, metió la cabeza dentro, aspiró el aire abrasante y lo sopló en la primera botella, que tapó ajustadamente con un corcho. Repitió el procedimiento con unas cuantas y salió a venderlas.
Hizo un negocio redondo. Las vendía en cajones de doce botellas cada uno y no daba abasto. Lo único en contra era que de tanto meter la cabeza en el horno había perdido, en reiteradas chamusquinas, el pelo de la cabeza, de las orejas y del bigote. Sin embargo, no desistía. Ganaba mucho dinero. No era cuestión de abandonar semejante ganga por pelos de más o de menos.
Un día sintió cierta picazón en una oreja y al intentar rascársela se le desprendió convertida en ceniza. Lo mismo le paso con la otra a la semana siguiente, y más tarde con la nariz, el cuero cabelludo, la piel de la cara y los párpados. Inexplicablemente, conservó hasta el final los labios. Cuando éstos también se le cayeron le resultó imposible soplar el aire caliente dentro de las botellas. Y se le acabó el negocio.

Comparte este post con tus amigos!

0 comentarios

Escribir un comentario ↓